La época navideña trae cualquier tipo de emociones.
Mi hermanita de 2 años simplemente sonríe y acapara el espacio de la sala en casa de mis abuelos, el 70% de los regalos le pertenecen. Sofía sonríe, el contexto no la preocupa. Duerme de 6 a 8 de la noche y así se mantiene despierta hasta las 12, abre sus regalos y le suena esa risita eterna.
Yo, que según ellos soy la versión mas grande de ella -(no es cierto, yo me parezco a mi mamá, Sophie es solo de él)-, inicio el día despreocupada, porque hace 2 años después de una serie de eventos desafortunados, me hice una promesa.
Ayer una amiga me preguntó cuando se daba uno cuenta de que estaba creciendo... y aunque mi hermano y su mejor amigo estos días se han empeñado en llamarme adolescente, he descubierto que no hay momento preciso para notar la cosa... depronto uno simplemente se sorprende al encontrarse diciendo o haciendo cosas que antes le había visto hacer a los adultos. O depronto, como yo en esta navidad, uno simplemente siente que percibe las cosas de una forma distinta, y lo disfruta.
Mis papás se separaron el 24 de Diciembre del 2000, así que a partir de ese día sin darme cuenta me convertí en una pequeña grinch, y lo odié... odié cada nueva navidad sintiendo ese desastroso frío en la panza que es la sensación de esperar que algo cambie, que algo pase. Casi que se convirtió en una maldición. Cada nuevo año un evento desafortunado disfrazado. Mi hermano enfermo, mi papá regresando a desordenar, mi hermano lejos, mi papá desapareciendo otra vez, mi mamá lejos, el bolsillo vacío, yo lejos, todos lejos.
Desastrosa navidad.
El 24 de Diciembre del 2009, hice un descubrimiento. Todo parecía como de costumbre, esta vez estaba en la ciudad de 30˚ en la que vive mi mamá, ella acababa de casarse y yo aún no me acostumbraba a la idea. El panorama pintaba...
no pintaba.
Pero lo vi, lo vi allí sentada en la hamaca, miraba el cielo esperándolo todo sabiendo que nada iba a llegar, tenía calor, cerré los ojos y lo escuché, los escuché. Fue como un susurro de viento CLARO, como él... así llegó a mi oído. "Es mucho mejor dar, que recibir". Había en ese lugar 14 personas más que estaban esperando lo mismo que yo, incluso había unos tan resignados que lo único que esperaban era que el día desapareciera. Lo descubrí, él me lo dijo, ellos también eran pequeños grinchs, se lo habían impuesto hace varios años. Y al lado de ellos vi mi dolor chiquito, a ellos la droga les secó el corazón, les hizo perder un montón de partidas. Así que ahí estábamos todos y yo tenía dos opciones, sentarme a compartir dolor o aceptar, -porque cuando nos entregan un regalo el siguiente paso es aceptarlo- que la navidad no solo tiene un significado de tradición social, sino que debería siempre recordarnos que un salvador ya cargó con toda nuestra espera. Así que el suave susurro de aire se convirtió en un ventarrón. Ventarrón que me impulso a levantarme de la hamaca y a planear, en tan solo 5 horas, la mejor navidad de ellos. Fue fácil, la tuve a ella, mi hermosa mamá y su sonrisa siempre con ganas de servir. Ella me hizo pensar que mi ombligo no es el lugar más divertido del mundo, y es que a mi se me había olvidado que ella acaba de casarse, estaba feliz y quería que la felicidad se prolongara. Y yo no dejaba, a veces nosotros no dejamos, usted no deja. Pero ella es hermosa y cuando le pedí ayuda, solo sonrió. Y corrimoooooos, corrimos toda la tarde, corrimos toda la noche. Pero a las 12 valió la pena. Ellos sonreían, ¿y sabe que? yo también.
Este año fue fácil otra vez.
Todo lo que tenía planeado se desbarató, no pude estar con mi mamá, mi hermano sigue al otro lado del mundo, mi papá sigue perteneciéndole a nadie, el bolsillo esta vacío. El día no pintaba, pero yo escogí dejar que él pintara... salí a la calle y disfruté ver el transmilenio repleto, personas con regalos, me sorprendió un viejito con un monociclo recién comprado, disfrute saber que mi mejor amiga no estaba en misa sino en su casa tranquila en compañia de sus papás, me alegré al ver a mi abuelita empacando regalos pasados de moda, me encantó ver a mi tia sonreír mientras cocinaba, no pude dejar de sonreír cuando Harry lloró al destapar su regalo comprado a última hora. Allí nos vi, nos vi a todos solitos otra vez, y descubrí, como hace un año... estamos todos en esta soledad no tan solitos.
Yo me prometí siempre escoger tener la mejor navidad del mundo.
Sonrío hoy, porque Dios se prometió amarnos... envió a Jesús. Esa es mi navidad.
g r a c i a s
:]
ResponderEliminarQue buena cosa...
Yo tomé la decisión este año...
Pero no lo logré
Sólo sé que también debo dejar el (no tan pequeño) Grinch que llevo dentro...
:/
Tk KtA♥
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